






Zaragoza y su conexión con el Chocolate
Los orígenes del chocolate en Europa
La historia del chocolate en Europa tiene un protagonista inesperado: Zaragoza
Mientras muchos asocian el chocolate con Suiza, Bélgica o Francia, pocos conocen que fue en tierras aragonesas donde se elaboró por primera vez el chocolate en todo el continente europeo. Esta fascinante historia comienza en el siglo XVI, cuando España estaba en pleno apogeo de sus exploraciones y conquistas en el Nuevo Mundo



El cacao, ese fruto que los aztecas consideraban "alimento de los dioses", llegó a España como uno de los muchos tesoros traídos de América. Sin embargo, la bebida que los nativos americanos preparaban con él distaba mucho de lo que hoy conocemos como chocolate. Era una preparación amarga, a menudo condimentada con chile, que se consumía fría y que los españoles encontraron inicialmente poco atractiva para su paladar.
Fue precisamente en un rincón de la provincia de Zaragoza donde esta bebida exótica
experimentaría una transformación que cambiaría para siempre la historia de la gastronomía mundial.




El Monasterio de Piedra, ubicado en la localidad de Nuévalos, se convertiría en la cuna del chocolate europeo tal como lo conocemos hoy.
El Monasterio de Piedra: cuna del chocolate europeo
Situado en un paraje natural de extraordinaria belleza, el Monasterio de Piedra fue fundado en el siglo XII por monjes cistercienses. Este monasterio, que hoy es un importante destino turístico conocido por sus cascadas y jardines, guarda entre sus muros centenarios el secreto de haber sido el primer lugar de Europa donde se elaboró chocolate.
La historia se remonta exactamente al año 1534, cuando Fray Jerónimo de Aguilar, un monje que había acompañado a Hernán Cortés en su expedición a México, envió un cargamento de semillas de cacao junto con la receta para preparar la bebida azteca al abad del Monasterio de Piedra, Don Antonio de Álvaro. Este envío cambiaría para siempre la historia gastronómica del continente.
Los monjes del Monasterio de Piedra, conocidos por su ingenio y dedicación, no se limitaron a reproducir la receta original. Con el espíritu innovador que caracterizaba a
las órdenes monásticas de la época, decidieron experimentar con aquel producto desconocido. Fue así como realizaron una aportación fundamental: añadieron azúcar, vainilla y canela a la mezcla, transformando aquella bebida amarga en un delicioso brebaje dulce que, además, decidieron servir caliente en lugar de frío.
Esta innovación resultó revolucionaria. El chocolate, ahora dulce y caliente, se adaptaba perfectamente al gusto europeo y al clima más frío del continente. Los monjes descubrieron además que esta bebida poseía propiedades energéticas excepcionales, que les permitían soportar mejor los largos periodos de ayuno y mantener las fuerzas para el trabajo diario.
La expansión del chocolate desde Aragón al mundo
Desde el Monasterio de Piedra, el conocimiento sobre la preparación del chocolate comenzó a extenderse gradualmente. Primero a otros monasterios de la orden cisterciense, luego a la nobleza aragonesa y, finalmente, a la corte española.La bebida ganó rápidamente popularidad entre las clases altas, que la consideraban no solo un placer sino también un remedio medicinal para diversos males.




Durante los siglos XVII y XVIII, el chocolate se convirtió en una bebida tan popular en España que incluso llegó a generar controversias. Las damas de la aristocracia lo consumían incluso dentro de las iglesias para hacer más llevaderos los largos sermones, una práctica que fue duramente criticada por algunos sectores eclesiásticos. Esta anécdota ilustra hasta qué punto el chocolate había calado en la sociedad española de la época.
Mientras tanto, en otros países europeos, el chocolate tardó más en ser aceptado. El italiano Girolamo Benzoni escribió en 1565 que "el chocolate parece más una bebida para cerdos que para ser consumido por la humanidad", una opinión que cambiaría radicalmente con el paso del tiempo.​​​​​​​​​



Tradición chocolatera en Zaragoza
La ciudad de Zaragoza, capital de Aragón, desarrolló a lo largo de los siglos una rica tradición chocolatera que perdura hasta nuestros días. Durante el siglo XIX y principios
del XX, proliferaron en la ciudad numerosos obradores y chocolaterías que abastecían a una población cada vez más aficionada a este producto.
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El cacao que llegaba a Aragón procedía principalmente de Caracas y Guayaquil, siendo Zaragoza una de las plazas españolas donde el chocolate alcanzó mayor popularidad y refinamiento. Los chocolateros zaragozanos desarrollaron técnicas propias y recetas características que dotaron al chocolate aragonés de una personalidad distintiva.
Entre las chocolaterías históricas de Zaragoza destaca La Fama, fundada en 1852 y que sigue deleitando a los zaragozanos con su chocolate a la taza espeso y delicioso, ideal para acompañar con churros. Este establecimiento representa la continuidad de una tradición que se remonta a los orígenes mismos del chocolate en Europa.
Otra institución emblemática es La Bombonera Oro, que desde 1929 se ha especializado en bombones y chocolates de alta calidad, manteniendo un compromiso inquebrantable con los ingredientes selectos y las técnicas artesanales. Su selección de bombones es considerada una de las mejores de España y atrae a visitantes de toda la región.
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El chocolate como patrimonio cultural aragonés
El chocolate forma parte indiscutible del patrimonio cultural aragonés. No solo por su origen histórico en el Monasterio de Piedra, sino también por la manera en que ha impregnado las costumbres, la gastronomía y la identidad colectiva de los aragoneses a lo largo de los siglos.




En la gastronomía tradicional aragonesa, el chocolate ocupa un lugar privilegiado, especialmente en la repostería. Dulces típicos como los adoquines de Teruel, las frutas de Aragón (frutas confitadas bañadas en chocolate) o los chocolates con azafrán de Jiloca son ejemplos de cómo este ingrediente se ha integrado en la cultura culinaria regional.
El chocolate también está presente en las celebraciones y festividades aragonesas. En Semana Santa, es tradición en muchos hogares disfrutar de una taza de chocolate caliente con torrijas. Durante las fiestas del Pilar, las chocolaterías de Zaragoza se llenan
de visitantes que buscan reconfortarse con esta bebida después de participar en los diversos actos festivos.
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​​​​​​​​​​​​Zaragoza hoy: innovación y tradición chocolatera
En la actualidad, Zaragoza mantiene viva su tradición chocolatera mientras abraza la innovación y las nuevas tendencias. La ciudad cuenta con una nueva generación de chocolateros que, respetando las técnicas tradicionales, exploran nuevas posibilidades creativas y se suman al movimiento internacional "bean to bar" (del grano a la tableta), que promueve un control total del proceso de elaboración del chocolate, desde la selección de los granos de cacao hasta el producto final.
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Estos artesanos contemporáneos están recuperando métodos ancestrales de tostado y molido, al tiempo que incorporan ingredientes locales como el aceite de oliva del Bajo Aragón, la trufa negra de Teruel o el azafrán para crear chocolates únicos que expresan el terroir aragonés.
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Paralelamente, instituciones académicas y centros de investigación aragoneses participan en proyectos internacionales relacionados con la mejora de las variedades de cacao, las técnicas de fermentación y el desarrollo de chocolates funcionales con propiedades beneficiosas para la salud.
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Esta combinación de respeto por la tradición y apertura a la innovación posiciona a Zaragoza como un referente en el panorama chocolatero español y europeo, un estatus que Chocolat Xperience viene a reforzar y proyectar internacionalmente.
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Conclusión: Zaragoza y el chocolate, un vínculo indisoluble
La conexión entre Zaragoza y el chocolate trasciende lo meramente histórico para convertirse en un elemento definitorio de la identidad cultural aragonesa. Desde aquel lejano 1534 en que los monjes del Monasterio de Piedra elaboraron por primera vez chocolate en Europa, hasta las innovadoras propuestas de los chocolateros
contemporáneos, existe un hilo conductor que habla de tradición, creatividad y pasión por la excelencia.





Chocolat Xperience se presenta así como una Exaltación de este legado histórico y, al mismo tiempo, como una plataforma para proyectar hacia el futuro la rica tradición chocolatera de Zaragoza. El evento no solo honra el pasado, sino que también explora las posibilidades que el chocolate ofrece como vehículo de expresión artística, como producto gastronómico de excelencia y como elemento de cohesión cultural.
En un mundo globalizado donde las tradiciones locales a menudo se diluyen, Zaragoza reivindica con orgullo su papel en la historia del chocolate y lo convierte en un activo cultural y turístico de primer orden. Chocolat Xperience es la materialización de este orgullo y esta reivindicación, una invitación a redescubrir la fascinante historia que une a Zaragoza con el alimento de los dioses.


